El secreto del éxito de la Panificadora Gurabito durante cuarenta y cinco años al servicio de la comunidad santiaguera de República Dominicana, ha sido perseverar y abrazar la innovación como su meta para ser constantes.

    Publicado el: 25/06/18

    El amor por la elaboración del pan y delicatessen repostera ha sido el legado que por excelencia ha trascendido generación tras generación en la familia de Antonio Reyes Villa, propietario de la Panificadora Gurabito, ubicada en la avenida Imbert #252, en Santiago, una provincia al norte de República Dominicana. El fundador cuenta que desde sus diecisiete años trabajó en la panificación, en ese entonces, en una panadería de su familia; sin embargo, en 1993 se abrazó al deseo de ser un ente productivo en la vida y dirigir un negocio propio que le permitiera sustentar a su familia, y a la vez brindar un servicio acorde a las necesidades de su comunidad. Así es como un 26 de agosto de ese mismo año, la Panificadora Gurabito abrió sus puertas al público. «El negocio era una pequeña infraestructura cobijada en zinc en la que operaban siete empleados, una removedora y un horno hecho criollo que, al poco tiempo de funcionar, se le desplomó la cámara de calentamiento», recuerda Reyes Villa.

    TRABAJO EN EQUIPO

    Es bien sabido que todo comienzo es difícil, considera Reyes, ya que, al inicio, Sofía Castillo de Reyes, su esposa, trabajaba durante el día en el área de gestión humana en una empresa de Zona Franca y, al culminar su jornada a las 5:00 de la tarde, regresaba para integrarse a las actividades de la panificadora durante la noche, así como durante los fines de semana. «Nuestros comienzos fueron muy duros, a pesar de que el solar del local fue comprado, mi esposa y yo teníamos que trabajar largas jornadas para echar a andar la panificadora. Fue un verdadero trabajo en equipo», recuerda. Tener una meta fija fue el motor que durante los primeros años los motivó a trabajar arduamente por días corridos hasta lograr establecerse en un mercado en el que no era fácil sostenerse.

    Actualmente sus dos hijos ya se han unido el equipo de trabajo. A través del tiempo, Panificadora Gurabito fue abriéndose campo entre las panaderías que ya existían en Santiago. «Trabajar con principios y calidad el pan de agua fue la estrategia que logró convertir el producto en el más demandado por la población local», refiere Reyes Villa. Un propósito que lograron cuando con el tiempo abrieron una sucursal en una zona élite de Santiago. «Todo empezó muy bien, pero luego fuimos viendo que el número de producción era mayor al de la demanda.

    Además, la llegada de grandes cadenas de supermercados con servicios de panadería incluida obliga, aún en la actualidad, a panaderías tradicionales a buscar otras alternativas y estrategias para mantenerse en el mercado, tales como: ofrecer mejor servicio, productos con calidad, auxiliarse de publicidad o, en su defecto, cerrar, como hicimos nosotros con esa extensión», precisó.

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    PROSPERIDAD

    Al poco tiempo la demanda de productos elaborados por la empresa empezó a dar frutos, lo que obligó a sus dueños a invertir en maquinaria y equipo. Mientras tanto, compraron terrenos aledaños al establecimiento, con lo que lograron convertir el pequeño local en un edificio de dos plantas. Actualmente la moderna panificadora aloja cuatro removedoras, dos formadoras, siete hornos y un equipo humano de 40 empleados que trabajan día a día para ofrecer al público un servicio de calidad. La Panificadora Gurabito vende sus productos al por mayor, principalmente en colmados y mini mercados ubicados en los principales sectores de Santiago y zonas aledañas. Además, en su despacho nunca ha dejado de ofrecer al público sus productos de panadería, entre ellos, panes especiales, pan sobao, galletas de huevo, galletas de ajo y productos de repostería general, sin olvidar su tradicional pan de agua.

    ACIERTOS Y DESACIERTOS

    Reyes Villa afirma que siempre ha tenido la visión de emprendedor. «Apegado siempre a la modernidad, a la tecnología y a las capacitaciones para hacer buenos productos, en 2001 compré una línea de equipo completa para realizar mejores producciones, pero todo fue un caos, los productos hechos en la maquinaria eran completamente rechazados. No teníamos salida y tuvimos que volver a lo tradicional. Ese equipo ahora es un adorno en nuestro espacio de trabajo», comenta el panificador. Sin embargo, los obstáculos no los detienen y cada día se enfocan en producir pan de calidad para sus clientes. La meta es continuar siempre con la innovación.

    En 2010, la Panificadora Gurabito adopta la modalidad de ofrecer panes empacados al vacío en fundas individuales, lo cual ofrece al público mayor higiene y calidad.