Villar Hermanos: más que una panadería

    La dedicación, el amor por lo que hacen y la perseverancia, son algunas de las características con las que cuenta una persona que ha logrado emprender un proyecto, como es el caso de los propietarios de Villar Hermanos, una empresa familiar que comenzó como una panadería hace casi 25 años, hoy ofrece una amplia variedad de productos. Sus fundadores, Carlos Generoso y Juan Milciades Villar (ya fallecido), emprendieron el camino de éxito casi sin proponérselo, ya que su primera intención era fundar un negocio propio que les permitiera obtener ingresos, pero siempre ofrecer calidad a sus clientes.

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    Carlos Generoso Villar, actual presidente de la empresa, cuenta que su inquietud por tener un negocio con otra perspectiva inició cuando visitó por primera vez a su hermano Milciades en Estados Unidos, en 1990. «Una época difícil», recuerda Villar, quien dice que al ver las condiciones en las que trabajaba su hermano quedó impactado; así, le propone comprar un local en República Dominicana para crear un negocio juntos. Los comienzos siempre son difíciles, pero no imposibles de superar. Esto lo ha demostrado Carlos Villar, quien luego regresa al país y, tras varios intentos de encontrar el local ideal para invertir junto a Milciades, adquieren un pequeño espacio en Avenida Independencia #312, Gazcue, (donde hoy se encuentra Villar Hermanos). A pesar de contar con el local, aún no tenían claro qué tipo de negocio comenzarían, y es allí cuando un sobrino, Rafael Ruiz Villar, les da la idea de abrir una panadería. La sugerencia fue aceptada y los hermanos Villar decidieron darles otras opciones a los clientes, al diversificar su oferta con jugos naturales, café, postres y sándwich.

    La panadería Villar Hermanos abre sus puertas el 22 de febrero de 1992. Al principio, compraban dos o tres sacos de harina a la semana, en la actualidad, son 300 semanales. «Contratamos a un maestro del pan inexperto con quien no nos fue bien. Aprendimos sobre la elaboración del pan y cambiamos de personal. A partir de allí procuramos ofrecerles siempre calidad a los clientes», comenta Villar. «Arrancamos con muchos préstamos y sacrificios. Gracias a Dios no tuvimos que buscar prestar para pagar la primera nomina, ya que el negocio fue autosuficiente desde la primera semana que se pagó». Sus inicios fueron humildes relata Villar, sus primeros equipos adquiridos fueros usados y los panes que elaboraban los promocionaban llevándolos a los restaurantes y suplidores.

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    EL NEGOCIO SE ESTABILIZA

    «Con el pasar de los años, la panadería se ha ampliado, diversificado y seguiremos. Ahora además de pan, comercializamos agua, hielo, café, contamos con una cafetería-repostería y un menú diario», detalla el propietario. Comenzaron con seis empleados y ahora son alrededor de 270. «Hemos aprovechado cada situación para sacarle el mejor provecho. Por ejemplo, para elaborar el pan se necesita hielo y agua fría para evitar la fermentación. Como cuando solicitábamos al proveedor nunca había hielo suficiente, comenzamos a fabricar nuestro propio hielo y de ahí surge la planta de agua», comparte Villar.

    BUENAS PRÁCTICAS Y APRENDIZAJES

    La popularidad de Villar Hermanos ha sido ganada por el servicio que ofrecen y la calidad de sus productos. «Hemos tenido la convicción que mejor es comenzar con algo pequeño para ir creciendo paulatinamente. Comenzamos con un horno y ahora tenemos quince», apunta el empresario. Pero no todo ha sido éxitos, ya que para tener logros también hay que tropezar. Y aprendieron algunas lecciones cuando quisieron agregar a sus servicios un restaurante gourmet. «El espacio era elegante y la comida era buena. En un principio vivíamos a casa llena, pero al poco tiempo no funcionó, decidimos, entonces, cambiar el concepto e integrar todo», recuerda Villar, quien finaliza diciendo: «Al cliente hay que darle lo que pide sin importar».

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