El trabajo en equipo es la receta del éxito del próspero negocio de Pastelería y panadería Danesa.

    Publicado el: 26/07/18

    Pastelería y panadería Danesa es un negocio familiar fundado por los hermanos Saúl y Miguel González Domínguez en 1993, este surgió al adquirir la entonces Panadería Papini, situada en la colonia Flor Blanca, frente al Gimnasio Nacional en San Salvador. Los empresarios comenzaron con nueve personas como colaboradores y, luego de seis meses de iniciadas las labores, se trasladaron a la 1ª. calle Poniente, en las cercanías de la Corte de Cuentas, siempre en la capital, buscando ampliar el negocio. Con el paso de los meses, determinaron que debían buscar una nueva sede si deseaban expandirse, es así como se instalaron en la colonia Atlacatl, lugar donde hoy permanecen. El crecimiento no se estancó, y fue necesario contratar más personal, hoy su planta de colaboradores llega a cincuenta personas que elaboran las diferentes especialidades que ofrecen, entre ellas, milhojas, pañuelos con turrón, herraduras, conos o sorbetes, pañuelos de piña, empanadas de piña y galletas conocidas como suspiros. «La promoción de nuestra empresa son nuestros productos, no tenemos mayor publicidad que la percepción de las personas cuando prueban lo que ofrecemos. La calidad es la que nos hace mantener la fidelidad de nuestros clientes», expresa Saúl, quien también es representante legal de la pastelería.

    Es así como Pastelería y panadería Danesa produce diariamente entre cincuenta a cien mil productos, los cuales se distribuyen en todo El Salvador por medio de camiones ruteros que llegan a comprar directamente a la fábrica. Para los hermanos González Domínguez, su visión al regresar a El Salvador provenientes de Estados Unidos, siempre fue convertirse en emprendedores de éxito, y esa decisión y empuje los ha acompañado en todo su recorrido como empresarios.

    UN CAMINO CLARO

    El éxito de Panadería y pastelería Danesa se marcó en dos puntos clave: trabajo en equipo y claras estrategias de precio y calidad. «El recurso humano es fundamental para nosotros, es lo que nos mantiene», expresa Saúl. Con su hermano comprendieron desde el principio que debían contar con buenos elementos para llegar a donde están ahora. El uso de la tecnología también ha contribuido al crecimiento, ya que con la adquisición de nuevos equipos sus procesos de producción se han vuelto más eficientes e incluso han mejorado sus tiempos. Tampoco han descuidado la presentación al cliente, sus delicias son vendidas en cajas transparentes y están a la vista del consumidor, lo que mejora su apariencia e higiene, «esto nos dio un boom», afirma el empresario. Y como el éxito se mide todos los días, uno de sus proyectos es llevar sus productos a otros países centroamericanos. Están ya en la labor de conseguirlo, realizando los trámites para obtener el registro sanitario, requisito para exportar, para lo cual se deben determinar el producto y el peso, así como realizar pruebas microbiológicas, entre otros requerimientos, destaca Saúl.

    GRANDES DIFERENCIADORES

    Aprender de los errores también es importante, destaca el emprendedor, y más relevante aún, no volverlos a cometer. Saúl marca varios puntos para lograr la diferenciación con la competencia: calidad, servicio al cliente y tiempos de fabricación, pero destaca uno con mayor énfasis: ser cuidadosos a la hora de contratar personal; desde su punto de vista es importante que los empleados sean personas comprometidas con la excelencia de la pastelería. Otro aspecto a resaltar es la buena relación que la empresa sostiene con Molinos Modernos como uno de sus proveedores, pues de acuerdo con Saúl, esta se ha mantenido desde que inició el negocio. La colaboración ha sido bastante beneficiosa debido al apoyo recibido, con consejos sobre los productos a adquirir y al recibir constantes capacitaciones que han ayudado a sus empleados a producir repostería y panadería de calidad