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ABRIL - JUNIO 2020  |  EDICIÓN 14 AÑO 04
Maestro artesano
DELICIOSO SABOR A TRADICIÓN Y COSTUMBRES
Sin saber nada de la elaboración de pan, Marilin Interiano, gerente propietaria de la Panadería Alejandra, decidió lanzarse a la aventura más grande de su vida. Conoce su historia de lucha, constancia y perseverancia. Con un pequeño horno de barro, algunos instrumentos artesanales y toda la energía del mundo, comenzó la familia Gámez el sueño llamado: Panadería San Martín, que funciona desde 1945 en El Viejo.
Por: Por: Tamara Montes (texto) y María Zulema Solís Weil (foto).

Son 140 kilómetros los que separan al municipio de El Viejo de Managua, capital de Nicaragua. La zona es conocida por sus atractivos turísticos y particularmente por la basílica de la Inmaculada Concepción de María, protectora de los nicaragüenses. La «lavada de plata» es una tradición de más de 450 años que consiste en lavar objetos de plata y pedir favores a la Virgen del Trono; sin embargo, en el lugar también resalta la conocida panadería San Martín, ubicada desde su fundación a cinco cuadras y media al oeste del puente central, donde la familia Gámez hace magia con harina y algunos otros ingredientes para elaborar las famosas rosquillas y otros panes.

Al comienzo, el espacio que se ocupaba para el negocio estaba en la entrada de la casa y únicamente se atendían a los vecinos más cercanos, ya que solo contaban con dos trabajadores, quienes mezclaban a mano en una artesa de madera la producción de una arrobada de harina al día. Aunque la evolución siempre se da, el gran salto cuantitativo sucedió en 2002, cuando la licenciada Leana María Gámez se propuso tomar el control sin perder los valores que le enseñaron su abuela y sus papás. «Viví entre harina toda mi vida. Los huevos, hornos y el olor a pan son recuerdos de mi niñez», explica, y añade que uno de los panes más importantes ha sido el francés, que se produce a diario y sin falta se vende todo.

Maestro

NO TODO FUE COLOR ROSA

Después de obtener su título universitario como administradora agropecuaria, Leana trabajó como analista de crédito en pequeñas empresas, hasta que se cuestionó sobre por qué no hacerlo por y para el bienestar de la panadería familiar. Entonces, emprendió un destino lleno de desafíos y retos, pero «tener un negocio no siempre es bailar con la bonita», afirma. Las circunstancias no eran las mejores para cumplir las metas que se había propuesto, pues tenía recursos limitados; sin embargo, no se rindió y poco a poco cambió la forma de producción artesanal y rudimentaria a una moderna, la distribución que antes era con triciclos cambia a minivans, mejoró las condiciones salubristas e introdujo la tecnología.

Aunque al comienzo el panorama pintaba en escalas de grises, ahora ve los tonos rosa. La panadería conserva su línea tradicional con innovaciones que van desde el proceso de producción hasta la asistencia técnica. Han mantenido los sabores de los panes simples, picos (panes dulces con tres puntas) y tortas de leche, agregando más de diez diferentes productos, como rines (pan suave dulce), pudín, semitas, donas glaseadas, pasteles decorados, baguette y las famosas rosquillas, con lo que se han expandido a los departamentos de Chinandega y León. Ahora, en lugar de tener solo un horno artesanal, tiene cuatro industriales y uno giratorio de cuarenta grados; tres amasadoras y tres batidoras, así como un camión repartidor con su marca impresa y publicidad.

INVERTIR PARA REINVERTIR

Para la emprendedora, el éxito de su negocio se concentra en cuatro ejes principales: la inversión para la reinversión, en las que aprendió a no usar las fuentes de financiamiento bancarias, sino a invertir las utilidades; el control contable y financiero, para poder tomar mejores decisiones durante el proceso de producción, venta y distribución para analizar si el producto es rentable o necesita cambiar; tener un «ganar, ganar» con los trabajadores, que significa preocuparse por su bienestar, capacitarlos constantemente, respetar y cumplir las normas laborales, y por último, cuidar la calidad y el sabor de los productos, para ofrecer siempre lo mejor, y así el cliente se pueda sentir identificado con la marca. Para Leana hacer valer el eslogan de la panadería, «Siente el sabor», significa trabajar siempre con materia prima de calidad, con innovación y concentrando la atención en los cambios que ocurren en el mercado para lograr productos de excelencia.

Maestro

NUEVAS METAS

La empresaria asegura que las mejoras deben ser constantes, por ello entre sus metas para este año están transformar la sala de ventas en una cafetería, mejorar la experiencia de los clientes, formar líneas de producción de pastelería, lanzar una estrategia que ayude a las personas a llevar una vida más sana con panes de harina integral altos en fibra, invertir en métodos relacionados con las buenas prácticas de manufactura en la planta de producción y continuar con el proceso de capacitación al personal.

Maestro

Las rosquillas en Nicaragua se ex-portan como un producto nostálgico y se encuentran en tres lu- gares del país: El Viejo, municipio de Chinande- ga, y los departamentos de Somoto y Estelí.

El negocio es uno de los más recono-cidos del departa-mento ya que funciona desde 1945, actualmente está a cargo de la tercera generación de la familia Gámez.