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OCTUBRE - DICIEMBRE 2019  |  EDICIÓN 13 AÑO 03
Maestro artesano
EL ÁNGEL PANIFICADOR
Ángel Osorio es un joven emprendedor que ha sabido librar los infortunios de la vida y convertirlos en oportunidades. A sus veintiocho años es dueño de la industria panificadora El Ángel, que alimenta todos los días a los diecisiete municipios del oriental departamento de Jutiapa, en Guatemala.
Por: Por: Óscar Ismatul (texto) y Andrés Amaya (foto).

La historia de tres generaciones de panaderos se materializó en éxito en 2004, cuando Ángel Osorio decidió arriesgar la casa de sus padres para solicitar un préstamo. Aunque el peligro era muy alto, el joven emprendedor sabía que hipotecar la propiedad era la única opción para hacer crecer la empresa. Sin embargo, no sería la primera vez que tomaría una decisión trascendental para construir su sueño.

En el año 2006, Ángel decide no continuar con sus estudios para que sus hermanos pudieran terminar su carrera a nivel medio. Aunque al principio esto fue doloroso, fue el punto de partida para convertir un pequeño negocio local en un imperio panificador que produce hoy cerca de cien mil piezas al día. «Aunque en un principio no quería ser panadero, fue durante esa temporada cuando entendí el negocio y lo tomé en serio», indica. Tanto los estudios como el préstamo hipotecario lograron subsanarse con el esfuerzo de la familia Osorio López, que hoy atiende en dieciséis rutas de distribución a más de mil setecientas tiendas de barrio en cuatro departamentos del oriente guatemalteco.

EL ABUELO CIRILO

La panificadora tuvo sus orígenes muchos años atrás, cuando el abuelo de Ángel, don Cirilo Osorio, comenzó una tradición panadera en el municipio del Progreso, en Jutiapa. El propio don Cirilo, a quien tuvimos el gusto de entrevistar, comenta que su sueño siempre fue ver el negocio crecer y prosperar. «Antes, el horno era de leña y los procesos eran distintos, pero las recetas, esas siempre fueron importantes por el sabor y el gusto», afirma.

Pero ya en la segunda generación, don Alfonso Osorio, aprendió el oficio de su padre, y los esfuerzos por montar la panadería comenzaron de forma infructuosa. «Yo nací en una panadería y según cuentan mis papás, dormía entre los sacos de harina mientras mi padre horneaba y mi madre amasaba», comenta, sin embargo, las condiciones económicas no eran las mejores para la familia Osorio, y don Alfonso, luego de una conversación con su esposa, tomó la decisión de ir a trabajar a Estados Unidos para mantener el hogar y a sus cuatro hijos. «Fue una decisión muy dura, pero necesaria por las condiciones de vida de e

Durante la ausencia de su padre, Ángel tuvo que aprender a llevar sustento de algún modo, y de la mano de su madre y hermanos comenzaron a sobrevivir, esperando que el trabajo de don Alfonso algún día brindara sus primeros frutos.

LA TIENDA LÓPEZ

La visión de la familia Osorio los llevó a instalar su primer negocio, que aún hoy se mantiene vigente: la tienda López, nombre que se le colocó en honor al apellido de la madre de Ángel, doña Telma López. En aquel pequeño negocio, el 25 de mayo de 2003, se dio el primer paso para construir la panadería familiar. Con un total de siete libras de masa, equivalente en producto terminado a cinco dólares, salió la primera tanda de producción, «a partir de ese momento hasta hoy, no hemos dejado de producir pan y eso es uno de nuestros mayores orgullos», dice Ángel. se entonces», cuenta. Alfonso consiguió trabajo en un crucero como bartender y se alejó de su natal Guatemala por diez años.

TRABAJO EN EQUIPO E INNOVACIÓN, CLAVES DEL ÉXITO

Ángel encontró el amor a muy temprana edad y, desde la escasez, ha construido una industria fuerte y con futuro quién hoy es su esposa, Joselin Escobar. Desde muy temprano la pareja se levanta y comienza a planificar el día. Mientras Ángel ve la parte operativa, Joselin se encarga de la administración del café El Ángel, la última, pero no la única, innovación de la joven pareja. En todo el departamento de Jutiapa, ubicado a ciento treinta y dos kilómetros de la ciudad de Guatemala, se encuentran en todas las tiendas de barrio unos curiosos empaques en tira, en los cuales hay panes de todos los colores y sabores. Esta forma de distribución es el distintivo más evidente y la innovación en empaques y distribución característicos de la marca, pues en ningún otro lugar del país el pan se distribuye de esa forma. Las tiras son sencillas de exhibir, higiénicas y el producto se conserva muy bien.

El papel de Molinos Modernos ha sido trascendental para la creación y crecimiento de Panificadora El Ángel. El proceso de capacitación y asesoría fue vital para la compra y adquisición de materias primas y equipo de última generación con el cual la panificadora dio el salto de pequeña empresa a corporación regional.

UN LEGADO

El nombre de Industria Panificadora El Ángel corresponde, según el propio Ángel, por la necesidad de querer dejar un legado, no solo en la comunidad y su familia, sino en el negocio panificador del país. «Consulté con mis padres y ellos me autorizaron bautizar a nuestro negocio como El Ángel, que además de ser un privilegio, es una responsabilidad que llevo todos los días a partir de ese 2003», señala el joven emprendedor. En la actualidad, Panificadora El Ángel se encuentra en la fase final de la construcción de su centro de producción y de un estudio de mercadeo que la llevará a lanzar la marca a nivel nacional.

EL ÁNGEL EN CIFRAS

La panificadora da empleo, en la actualidad, a ochenta y tres personas, distribuidos en tres turnos diarios. La empresa trabaja las veinticuatro horas y tiene una producción aproximada de cien mil unidades al día, con cincuenta distintos tipos de pan popular. Además, cuenta con dieciséis líneas de distribución.

Panificadora El Ángel está presente en los departamentos de Jutiapa, Jalapa, Chiquimula y Santa Rosa, cuenta con una flota de más de veinte vehículos y, recientemente, abrió un restaurante-café.