El empeño del matrimonio Rijo es respaldado hoy por 110 colaboradores. Calidad, constancia y dedicación son la clave del éxito de Panificadora Oriental.
Por: Romilka Pérez (texto) y Andi Gómez (fotografía)
Eusebio y Alma Rijo jamás imaginaron que el cierre del negocio donde siempre trabajaron se convertiría en la oportunidad de sus vidas. «Sin pausa, pero sin prisa», así inició la historia de Panificadora Oriental, el 30 de agosto de 1997, en la calle Luperón #3 Villa España, en La Romana, una provincia turística de República Dominicana.
Los esposos Rijo trabajaron por muchos años en Panificadora Oriente, S. A., sin embargo, esta debió cerrar debido a una crisis financiera. «En ese momento, la vida nos cambió, mi esposa y yo decidimos acordar con el dueño que nos liquidara con equipos de la panadería y repostería, decisión que fue bien recibida, puesto que no tenía intención de seguir en el negocio de la panificación», cuenta Eusebio, y así nació la idea de comenzar su emprendimiento.
Panificadora Oriental inició con un presupuesto de diez mil pesos (US$200 al cambio actual) prestados por la señora Luz García, persona sumamente importante en la historia de la familia Rijo. Cuando emprendieron, en una construcción que improvisaron en la parte trasera de su casa, utilizaban una pequeña planta eléctrica kubota 6KW, que trasladaban al negocio día a día. «Algunos meses después, Luz, en uno de sus viajes a Santo Domingo, nos compró una planta que le pagaríamos de acuerdo con nuestras posibilidades», comenta Eusebio, poco a poco, el negocio iba creciendo. «En un carro Toyota Corolla que teníamos, lo llenábamos de producto, el cual era vendido en Bayahibe, Enerito y otros pueblos aledaños», recuerda Alma Rijo, y así, las primeras distribuciones las hacían de puerta en puerta por toda la comunidad.
Las jornadas de trabajo se iniciaban a las cuatro de la mañana y las ventas iban en aumento. Un total de seis personas colaboraban en la elaboración y distribución de los productos; la producción aumentó y luego ya fueron necesarios dos camionetas y varias motocicletas para cubrir el mercado creciente que se extendía a los pueblos cercanos.
En uno de los viajes, una de las camionetas encargadas de la distribución volcó en la zona de Bayahibe y se perdió el 70 por ciento del producto, el vehículo quedó inservible y el desánimo invadió a todos en la Oriental. Este acontecimiento, que en principio fue una tragedia para la empresa, se convirtió en una enorme oportunidad, pues decidieron vender la camioneta tal y como estaba para invertir en un terreno con buena ubicación para el negocio. Fue entonces cuando el trabajo duro, los desvelos y las incansables horas de trabajo rindieron sus frutos. «Trabajamos incansablemente para la construcción de nuestro local y, en 1999, empezamos a vender pan caliente, baguette, repostería, pizzas y comida desde un establecimiento fijo», narran los esposos Rijo mientras recuerdan con agrado las adversidades que los han convertido en emprendedores modelos para su comunidad.
El paso del tiempo fortaleció la empresa que hoy cuenta con cuatro sucursales y la ayuda del 110 colaboradores que trabajan en diferentes turnos. «Y es que más de dos décadas y tres generaciones son el resultado del arduo trabajo que hemos realizado todo este tiempo mi esposa Alma y yo », apunta Eusebio, quien asegura que en todo momento ambos han puesto sus planes y toda su esperanza en la bendición de Dios.